Peregrinaje

 

 

 

I

Fui a buscarte.

En las playas tranquilas de Almería
encontré tu mirada,
espejismo reciente de tus ojos.

Habías estado allí.

Reminiscencias tuyas en el puerto,
el Paseo, la Rambla.

La Alcazaba, vigía de tus pasos,
me señaló el camino.

II

Jaén llevaba puesto el calor de tus manos.
Temblaban los olivos
todavía
al contacto reciente de tus dedos
como yo tiemblo, amor,
cuando me tocas.

III

Aún relumbraba en Córdoba
el reflejo brillante de tu pelo.
Tu presencia encendió la primavera
en los patios de flores, en las calles.

Se dolían por tu ausencia la Mezquita
y Medina Azahara.

IV

Con los ojos cerrados, en Sevilla
sentí el olor a cirios y azahares
que me llevaba al tuyo.

Triana era una niña
que dormía embriagada por tu aroma.

V

Perdida en las Marismas,
recogiendo los besos que dejaste
a tu paso por Huelva,
me acordé de tus labios y grité.

No me contestó nadie.

Doñana te añoraba, marchita
sin el frescor de hojas de tu aliento.

VI

El mar, el mar, el mar…
Tu sexo en Cádiz.
Las olas imitaban en el puerto
tus movimientos dulces,
la armonía
y el ritmo de tu cuerpo sobre el mío.

VII

El deseo de ti me llevó a Málaga.
Tu voz dejó sus ecos en Chinitas
y en las Atarazanas
se mezcló con los gritos del mercado.

Camino de Antequera
tuve al fin la certeza de que te encontraría.

VIII

Recorrí las Angustias
y me perdí en las lágrimas del Paseo de los Tristes.
Dejé que me arropara el Albaicín
frente a la Alhambra. Supe
que habías estado allí
porque todas las fuentes murmuraban tu nombre.

Seguí tu rastro, dulce
como el olor de especias y canela
que me llevó a Gran Vía.
Junto a la catedral vi tu sonrisa
prendida de un naranjo,
olvidada quizá por la premura.

Estabas cerca.
Alcaicería abajo me llevaba en volandas
tu recuerdo.
Corrían mi corazón y mis sentidos
por delante de mí, sin esperarme,
ávidos de tu olor y de tu abrazo.

Bib-Rambla.
El kiosco de flores, los comercios,
pájaros en los árboles, los bancos,
la gente ensimismada
en sus propias historias, los cafés,
y finalmente tú.

Tú, en medio de la plaza,
en el centro del mundo,
divertido de verme sin aliento
despeinada, feliz,
incrédula de estar al fin contigo
bajo la luz hermosa de Granada.