José de Sousa Saramago nació en Azinhaga, Santarém, Portugal, el 16 de noviembre de 1922. Casi 88 años después fallece en Tías, Lanzarote, Islas Canarias. Hoy, 18 de junio de 2010.
Además de su obra literaria, Saramago nos deja, con su actitud vital, una enorme lección de humanidad, ciudadanía y pensamiento crítico expresados en un fuerte compromiso social. A las ideas hay que acompañarlas de actitudes, escribió Benedetti. Saramago lo hizo.
Hace 7 años tuvimos la ocasión de compartir una charla con él cuando accedió a participar en la asignatura «Universidad y Compromiso Social», de la Universidad de Sevilla, en una sesión que titulamos «El compromiso según Saramago». Y fue una delicia.
No es mal día para rescatar y compartir las notas de aquella sesión, mal que bien tomadas, pero que dejan entrever una calidad humana excepcional.
El compromiso según Saramago
Universidad y Compromiso Social
Sesión 12 de marzo de 2003
Saramago nace en 1922. A las seis de la tarde, después de otra jornada cumpliendo con la agotadora agenda de su visita a Sevilla, no duda en salir corriendo para acudir a la sesión de Universidad y Compromiso Social, a compartir una hora larga de debate con alumnos y profesores, en la que es capaz de transmitir el entusiasmo propio de sus veinte años, con la seguridad de quien los ha cumplido cuatro veces. La lección ya estaba dada. Después vino la clase.
A priori impone transcribir esta sesión. Hablar en nombre de Saramago y encima por escrito es algo que sólo puede hacerse después de haber comprobado la sorprendente sencillez de un premio Nobel que en definitiva vino a decir que el compromiso se demuestra comprometiéndose. Y luego podemos teorizar todo lo que queramos, pero se antoja una cierta pérdida de tiempo. Lo que importa del vaso medio lleno o medio vacío es que sólo puede matar la mitad de una sed, dijo en otra ocasión.
Saramago comienza expresando lo que espera de la sesión. No quiere ser una conferencia. Tampoco una clase magistral. Ni siquiera una clase. La sesión ha querido ser un intercambio. Y un intercambio ni siquiera de opiniones, sino de dudas. Ha sido una constante durante toda la asignatura la reivindicación de un carácter más participativo de las sesiones. La de Saramago, que acaso podría esperarse que fuera la más unidireccional por su excepcionalidad, ha terminado siendo de las más participativas. La recogemos aquí como lo que fue: un recorrido impresionista por sus opiniones, convicciones y dudas acerca de los temas que fueron planteados desde la sala.
Sobre la universidad
Comienza aludiendo al compromiso de la universidad. Más que de compromiso social, prefiere referirse al compromiso cívico, en general. Es un ‘error moderno’ pensar que la principal función de la universidad es formar profesionales. La primera función de la universidad es la de formar personas, formar ciudadanos. La realidad de la universidad, en cambio, es una respuesta a la presión social exterior a que está sometida. Y esa presión es la empresarial: la necesidad de procurar al personal requerido por las empresas la capacitación necesaria para desempeñar su trabajo.
La universidad debería preocuparse por formar personas, formar ciudadanos. Pero además, ciudadanos libres, personas libres. El problema es que no se debate lo esencial. La universidad debería servir precisamente para agitar las conciencias, para alimentar el espíritu crítico de las personas y ponerlas frente al mundo. Habría que mantener siempre abierta la pregunta: ¿cómo está influyendo la universidad en su entorno: en la ciudad, en la región, en el país y, por qué no, en el planeta?.
Sobre el compromiso de la literatura
Cuál es el papel de la literatura. Es frecuente oir cómo se exige a los escritores su compromiso con la sociedad de su tiempo. Pero no tiene sentido asignar a la literatura el papel de servir a estratos socio-culturales determinados, como pretendió el realismo socialista. La función social de la literatura puede existir, pero no es en absoluto la única función que cumple. Un escritor da lo que tenga que dar, independientemente del perfil de sus lectores, si es que los tiene. La existencia en la Historia de escritores consagrados y altamente comprometidos no guarda una relación directa con mejoras sociales ni con la construcción de un mundo más justo. En todo caso cabría atribuir a Goethe su influencia en unos cuantos suicidios.
Sobre la inminente guerra contra Irak
La oposición a la guerra ¿es una posición ingenua y sentimental? ¿Puede tener una base científica el compromiso? Pues quizá no pasa nada porque la mayor parte de la oposición a la guerra no tenga una base científica bien argumentada. El rechazo a la guerra está suficientemente legitimado desde el rechazo a la muerte y al sufrimiento de la población. Está bien conocer argumentos científicos para oponerse a la guerra, pero tampoco conviene correr el riesgo de perderse en un debate teórico. Puede hacernos perder tiempo. Lo que importa es que ha habido una oposición masiva y espontánea y una movilización ciudadana que se ha perfilado como una segunda potencia mundial. Ya podemos hablar de la existencia de dos potencias: una, EEUU, pero otra es la opinión pública global.
La guerra no es, en ningún caso, una reacción contra el 11-S. En primer lugar no se ha demostrado relación alguna de Irak con Al-Qaeda. La guerra no es más que parte de la estrategia geopolítica de EEUU de controlar la segunda mayor reserva mundial de petróleo, de tomar posiciones de control en Oriente Medio y de posicionarse en relación a Asia, especialmente a China, que dentro de medio siglo se convertirá en la única potencia capaz de hacerle sombra. La estrategia de dominación planetaria de EEUU responde a la forma tradicional de colonización imperialista. Se va haciendo con el control económico de los recursos del territorio y, si es necesario, lo hace vía ocupación militar. No es casual la coincidencia de la respuesta a las dos siguientes preguntas: ¿cuántos países tienen bases militares en EEUU? ¿en cuántos países no tienen bases militares los EEUU?
Sobre la fractura europea
En el contexto pre-bélico es curioso notar que ha dejado de hablarse de globalización. Porque la globalización ha apuntado sólo a lo económico y hoy el centro de gravedad del debate ha regresado al plano político. Europa cometió el error de confiar la unión exclusivamente a la economía. La unión económica parecía capaz de resolver todo lo demás. En la situación actual en relación a la guerra, la política ha recuperado el protagonismo. Europa, que era la única posible voz alternativa a la de EEUU como contrapeso político, se ha roto. No existe esa voz, porque hay al menos tres voces. Hoy nos encontramos con una Europa fracturada en tres pedazos. Por un lado, la llamada vieja Europa, fundamentalmente constituida por el eje franco-alemán, junto con Bélgica y algún otro. Por otro lado, lo que podríamos llamar la nueva Europa, sobre todo representada en las posiciones de Italia y España, si consideramos que Inglaterra en realidad siempre miró al otro lado del atlántico. Y por último queda la Europa de los países del este, cuya inclinación política tiende a ser en general más americanista que europea.
Sobre la península ibérica
Y en este escenario, España y Portugal lideran el apoyo a los EEUU en busca de una posición de privilegio con la potencia dominante. Aznar, que es un patriota, parece haber querido ver en el apoyo a Bush una ocasión para situar a España en un papel relevante a nivel internacional, cuando el gobierno norteamericano se ha ocupado de dejar bien claro que EEUU no tiene amigos, tiene intereses. Por su parte, el primer ministro portugués, cuyo nombre nadie conoce, expresa su apoyo incondicional a EEUU en su eventual ataque a Irak, si bien ello tampoco cuenta en exceso ya que no dispone del más mínimo potencial militar para apoyar la intervención.
En La Balsa de Piedra se refiere la imagen de la península desmembrándose de Europa y navegar a la deriva, para después girar y dirigirse hacia el sur, el sur de América y de África, en busca de sus raíces culturales e históricas. Pero Ernst Luch fue más lejos que el propio autor en su análisis de la obra y quiere ver a la península, no separándose de Europa, sino llevándola a remolque en su acercamiento al sur.
Para terminar, dos toques de atención
Por último, Saramago lanza dos grandes retos pendientes de la humanidad. El primero de ellos: la aplicación efectiva de los Derechos Humanos. La batalla de los Derechos Humanos hay que ganarla en este siglo que ha comenzado. Si no, no la ganaremos nunca.
Y el segundo: hay que reinventar la democracia. Ya está bien de intentar hacernos creer que vivimos en democracia. ¿Quién manda realmente hoy en el mundo? Sí, es cierto que elegimos a unos representantes hasta el nivel nacional que tienen cierta capacidad de decisión, pero por encima de ellos están los verdaderos grupos de poder, que son las multinacionales, y sobre las cuales no tenemos ningún tipo de control. Ahí no alcanza la democracia.
Conclusión
Para finalizar, ¿qué podemos hacer? Seguir luchando, seguir protestando y saliendo a la calle. Seguir construyendo una ciudadanía crítica. Y no olvidar que el mayor enemigo no es externo, el mayor de los riesgos que podemos correr en esta lucha es el cansancio. Hay que inventar continuamente cómo combatirlo y seguir proponiendo formas de resistencia.
Seguir. Con modales o sin modales.
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