Lo andado es casi igual que lo deshecho,
un repecho final que no termina,
la llave del baúl de la doctrina
de un cadáver azul sacando pecho.
La calle y el aval tocando techo
en su lecho nupcial. Y en cada esquina
el despecho brutal de la rutina
no se anima a cruzar del dicho al hecho.
Pero suena a lo lejos un rumor
de manos que se miran las verdades
y hojas secas que vuelven a la rama.
No soy yo quien vivió, sino el temor,
por encima de sus posibilidades.
Si agitas el futuro, se derrama.